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Con todos ustedes...

Bocagrande nace a partir de un dolor de muelas, que se convirtió en dolor de cabeza.

¿Cómo darle  forma artística a un tema tan concreto y particular como la higiene bucodental? ¿Cómo salir de la pedagogía acerca del cepillado de dientes y los buenos hábitos?

A través del  lenguaje simbólico conseguido por medio de la interacción de los actores con el espacio, los objetos, los sonidos y músicas, conseguimos la identificación del espectador ya que acaban descubriendo en esa “Bocagrande” su propia boca.

Al carecer de texto, cada hito definido en la trama del espectáculo es interpretado por el niño o la niña al descubrirse traductor del juego escénico, que está altamente ligado con su propio juego infantil; la transformación de un objeto en otra cosa, el juego con bloques, las onomatopeyas, sonidos rítmicos y repetitivos.

La escenografía simula una boca gigante reducida a sus formas primarias. Se construye cada una de sus partes mediante objetos que evocan gracias al lugar donde están colocados.

Se trabaja con colores planos, los propios de la cavidad bucal,  y líneas limpias, que suponen contraste y con ello crear un nuevo espacio, sugerente y llamativo, que atraiga la mirada infantil.

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